MIS ANTIGUAS PLATAFORMAS

martes, 17 de junio de 2025

Encender los senidos.

 Imagine este momento: las luces bajan, el telón se abre, suena la primera nota y usted... está viendo todo a través de una pantalla. Es la escena común en la mayoría de los conciertos actuales. Miles de teléfonos móviles grabando lo mismo, mientras la experiencia en vivo se filtra entre píxeles y notificaciones.

 

No es casualidad que cada vez más artistas estén diciendo “basta”. Bob Dylan, Alicia Keys, Madonna, Jack White, Tool o Ghost, entre muchos otros, han pedido expresamente que los asistentes no usen el celular durante sus espectáculos. Recientemente, Enrique Bunbury lo expresó sin rodeos: “Limiten al mínimo el uso de los celulares y vivan la experiencia, no se arrepentirán”. Incluso Beyoncé pidió a sus fans no grabarla para poder ver sus rostros, no sus equipos de telefonía. No se trata de una moda pasajera, sino de un esfuerzo por rescatar lo esencial: la conexión real con el aquí y ahora.

 

Varios estudios confirman que esta práctica no es inofensiva. El uso constante del móvil genera dopamina, lo que alimenta la adicción y reduce la capacidad de concentración. La Universidad de Gotemburgo ha relacionado su uso excesivo con problemas de sueño, estrés e incluso síntomas depresivos. Además, investigaciones como la realizada por la Universidad de Fairfield sugieren que tomar fotos compulsivamente disminuye la capacidad del cerebro para recordar el momento, en lo que se conoce como “el efecto perjudicial de sacar fotos”.

 

En el entorno de los eventos culturales, esta desconexión digital está generando un cambio. Lugares emblemáticos como Berghain, en Berlín, o clubes españoles como re:club en Madrid o Látex Club en Valencia, han adoptado políticas “mobile-free” con alguna aceptación. La iniciativa busca devolver a los asistentes el protagonismo de la experiencia analógica, plena y multisensorial. No es una cruzada contra la tecnología, sino una apuesta por la presencia consciente.

La paradoja es: según una encuesta de Eventbrite, el 70% del público afirma sentirse molesto por la gente que graba durante un concierto, y un 81% comprende por qué a los artistas les puede incomodar. Sin embargo, la mayoría sigue haciéndolo. Debemos asumir esa responsabilidad. No todo momento necesita ser documentado para existir –al menos no en exceso-. 

 

Esto no significa dejar de registrar todo. Una o dos fotos para el recuerdo son comprensibles y humanas. Pero luego, convendría guardar la cámara. Observar, escuchar, moverse. Sentir la vibración del sonido en el pecho, la emoción colectiva que ninguna pantalla puede replicar. 

 

El desafío no es tecnológico, es humano: volver a habitar plenamente lo que sucede frente a nuestros ojos y así encender los sentidos.

 

Nos vemos en la red(0)

 

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