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viernes, 2 de diciembre de 2022

Obras son amores y no pomposas estrategias de comunicaciones

 La razón de ser de la comunicación gubernamental es la misma que la de la política: el servicio público. Público resaltado y altas. Es decir, todo lo contrario al servicio particular. No se trata de una herramienta de exaltación personal del ego de los gobernantes o de un tributo a la imagen.

 

Uno de los primeros argumentos legales utilizados para la justificación de contratación de publicidad o servicios de comunicación suele ser el de la transparencia. La ciudadanía tiene derecho a saber en qué anda su mandatario —lo que se entiende como rendición de cuentas permanente— y en esa medida este debe buscar los medios necesarios para llevar la información a los mandantes, es decir, al pueblo; infortunadamente suele confundirse, o usarse deliberadamente, como herramienta de autobombo en pro de la marca personal del político de turno. 

                                                

Enfocar la comunicación gubernamental en ensalzar la imagen personal, riñe directamente con uno de los principios rectores de esta disciplina profesional, el de la cooperación. Afirma Luciano Elizalde que “Los actores políticos clásicos ya no están solos en la arena política y no tienen el monopolio de la acción política. Se generan alianzas con socios eventuales para los objetivos, en base a las cuales los gobiernos reciben parte del consenso social.” Eso implica un gana-gana que se ve traicionado cuando el gobernante se atribuye los méritos y los ‘cacarea’ como propios. Esto levanta ampollas y va en detrimento de otro de los principios —quizá el más importante de todos— el de la búsqueda de consenso.

 

Implantar mensajes, cuál modelo comunicativo de la aguja hipodérmica, soportados sobre arenas movedizas, representa un riesgo comunicacional enorme. Los mitos de gobierno, dicen Riorda y Elizalde son “Herramientas de comunicación simbólica que otorgan sentido social y político a una gestión, tienen una fuerte carga ideológica y actúan como fuente generadora de consensos en una fuerte dependencia de los valores más enraizados en el contexto social en el cual actúa el mito”. Pero si no hay consenso, si no se les otorga credibilidad y no hay control y proyección de consecuencias, se pueden desmoronar, como un castillo de naipes, dejando al descubierto el entramado vano de la comunicación sin sentido de lo público.

 

Sobre lo anterior, nos quedan, a quienes estamos en la academia, las siguientes preguntas: ¿Estamos formando profesionales para la comunicación pública?,¿saben nuestros egresados la diferencia, machacada hasta el cansancio por Martin-Barbero, entre consumidor y ciudadano? Al parecer no. Llegan comunicadores a las oficinas de prensa de las entidades públicas a trabajar con lógicas marquetineras bajo la presión de mantener en alto la imagen del jefe, entonces surgen las campañas engañosas, las fotografías posadas, la saturación, el protagonismo —que es fiel compañero del desconocimiento de la gestión del otro—. 

 

El desconocimiento de los resultados de los demás lleva a la confrontación y de esta siempre salen verdades respecto al real impacto de las ‘vendidas’ buenas acciones. Dice Mario Riorda que “La buena gestión pública no reditúa electoralmente si las prioridades de la gente no son satisfechas”. Es decir, obras son amores y no pomposas estrategias de comunicaciones.

 

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Vox Populi, Vox Dei

El pueblo, según Elon Musk, habló. 15 millones de tuiteros se manifestaron en una encuesta que duró tan solo 24 horas. Se trató de un ‘plebiscito’ realizado en la cuenta personal de Tuiter de Musk, con una sola y escueta pregunta: “Reintegrar al expresidente Trump”. La respuesta, aunque positiva para Trump, deja ver que un porcentaje importante de los votantes no querían de nuevo al expresidente de vuelta en la red del pajarito; 48,2 % de los tuiteros consideraron que no querían seguir las aventuras de  Trump, mientras que el restante 51,8% sí. ¿Cuántos de los votantes se manifestaron solo por ver arder Roma?

 

Ante los resultados, el nuevo propietario de tuiter manifestó: “El pueblo ha hablado, Trump será reintegrado. Vox Populi, Vox Dei”.

 

Sin embargo, Donald Trump, a pesar de haber pataleado en su momento para no perder su cuenta, sorpresivamente declinó el  ofrecimiento: "He oído que estamos obteniendo una gran votación para volver también a tuiter. No lo veo porque no veo ninguna razón para hacerlo" dijo en una reunión del partido republicano en las Vegas.

 

El tema no pasaría de ser una anécdota de la crema y nata de farándula empresarial si no tuviera circunscrito un asunto de comunicación electoral. 

 

En no pocas entrevistas, Donal Trump ha manifestado que parte de su éxito para alcanzar la presidencia en 2017 fue la posibilidad de llegar a los estadounidenses a través de Tuiter; red social en la que cuenta con la nada despreciable cifra de 87.710.499 seguidores, y desde la cual consiguió enardecer los ánimos de fanáticos ultraderechistas que, solo para poner un ejemplo, llegaron a tomarse el capitolio de los Estados Unidos. Siendo justamente esta la razón por la que le fueron baneados —es decir, limitadas o en este caso suspendidos— sus perfiles de Tuiter y Facebook.  

 

En busca de mantener el contacto directo con sus seguidores Trump se puso en la tarea de crear una nueva red social, a imagen y semejanza de Tuiter, así nació, a finales de 2021, Truth Social, una plataforma en la que se lanzan Truths (verdades) y se hacen retruths —muy original— y que solo puede ser usada en los territorios digitales de los Estados Unidos, es decir, donde están los electores, a Trump no le interesamos los sudacas que no votamos allá. 

 

Eso sí, aunque no se puede participar de la red social aquí Colombia, si se puede bajar una app que se llama Trump Tracker, donde podrá rastrear los movimientos y pronunciamientos del aspirante a la Casa Blanca. Una suerte de oxímoron a las redes sociales. Una red social de uno, —bueno, de varios que se apellidan Trump: Melania,Ivanka,Erik,Lara,etc—, podríamos decir que es una mezcla entre nepotismo y elitismo. En términos del modelo de comunicación, esta aplicación corresponde a la estructura: uno a muchos, como la de los medios masivos de comunicación convencional y no a la de las plataformas sociales uno a uno.

 

Veremos si entrada la etapa álgida de la campaña, Trump desaprovecha la oportunidad de hablarle al “populi” que son sus más de 87 millones de seguidores y se mantiene firme en su juguete/capricho mediático autocomplaciente y restrictivo llamdo Truth Social.

 

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