Descargue Carmesí

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Carmesí es un libro ilustrado de Microcuentos, disponible bajo licencia Creative Commons 4.0 (CC,BY) escrito por Jorge Urrea. Siéntase libre de Descargarlo y compartirlo

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jueves, 8 de febrero de 2024

De la CNTV a la CRC

Hubo una vez una entidad que tenía rango constitucional, que no podía ser manoseada o ninguneada, aunque, como pasa con el poder, podía ser infiltrada por la politiquería. Esa fue la Comisión Nacional de Televisión (CNTV), institución fuerte que tenía como función vigilar y promover la televisión —zanahoria y garrote al mismo tiempo—. Fue tan potente que el reglamento actual que rige los contenidos audiovisuales en el soporte radiodifundido legal, es el que establecieron los comisionados del momento. El acuerdo 02 de 2011 “Por medio del cual se reglamenta la radiodifusión de contenidos en el servicio público de televisión abierta”, lo firmó, como director encargado, Eduardo Osorio, conocedor de la industria y para ese entonces representante del gobierno. La CNTV dejó un amplio acervo reglamentario y dejó sembrada la semilla del apoyo a la televisión pública regional. También algunos ejemplos de vigilancia y control que no les gustaron a vacas sagradas de los medios.

 

Después de 8 intentos de modificar la Constitución para acabarla, y gracias a mucha papaya dada por la burocracia y las triquiñuelas al interior de la CNTV, aunadas a los enemigos sancionados, la lograron degradar con la ley 1507 de 2012 a una entidad de menor rango, aunque, aún, con independencia del gobierno. Así nació la ANTV, que duró poco, e hizo ídem. 

 

Como si no fuera suficiente la ‘pordebajeada’ de la televisión, a Duque —el expresidente Dj— se le ocurrió seguir repartiendo las funciones de la institución y meter todo el presupuesto, que era exclusivo del medio audiovisual a FonTIC, una millonaria bolsa manejada por el ministerio del ramo, y esparcir las funciones de la ANTV entre otras entidades del gobierno como la ANE, CRC y el propio MinTIC. Así la Tv pasó de tener una mega entidad que la amparara, a estar relegada a una oficina de tercer nivel en el Mintic y una luchada Sesión de Contenidos Audiovisuales en la CRC. —Estaban encartados y no sabían cómo tratar de dignificar el medio—. Antes había representantes de los diferentes sectores: academia, canales, productores, etc. No podían dejar un solo represéntate, así como así, entonces crearon la Sesión de Contenidos Audiovisuales dentro de la CRC, una suerte de sala adjunta que se encarga de garantizar el pluralismo e imparcialidad informativa, así como la difusión, protección y defensa de los intereses de los televidentes.

 

La noticia es que este 2024 hay renovación de los 3 Comisionados de dicha Sesión y llegan dos comunicadores sociales —eso, creo, no tiene precedentes, profesionales del área disciplinar de los contenidos— que verdaderamente han estado en la industria audiovisual, con trayectoria en el medio y en la academia, lo que nos llena de esperanza. En enero se posesionó Sadi Contreras, ex gerente del canal TRO. Activo y entusiasta analista del sector audiovisual; y el pasado lunes 5 se posesionó un profesional con arraigo en el Eje Cafetero —punto adicional—, el Phd.Mauricio Vera, académico del área audiovisual, investigador, exdecano de la facultad de Diseño, Comunicación y Bellas Artes de Areandina en Pereira, productor de contenidos audiovisuales. Un experto conocedor de la industria. La tercera comisionada es Andrea Muñoz Gómez, abogada con amplia experiencia en el sector TIC.

 

Las expectativas quedan altas, a los nuevos integrantes de la Sesión de Contenidos Audiovisuales de la CRC les deseo muchos éxitos en la gestión que puedan hacer por la televisión, aunque ahora tienen más garrote que zanahoria porque el gobierno se abrogó el manejo de un recurso que antes era exclusivo de la tv. Bueno, ¡les queda investigar! por fortuna… hay con quien. 

 

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Espacio liminal Nro 6



 

¿Un Yipao?

 Con la tranquilidad que da el desconocimiento, hace justo una semana la cuenta de X de la Presidencia de la República publicaba un mensaje que decía: “En la apertura de Casa Colombia en Davos, un típico Jeep Willis, el ‘Yipao’ del Eje Cafetero, se encuentra estacionado al frente de la casa…”.

 

Un Yipao (sin comillas porque es tan legítimo que tiene una ley que lo declara patrimonio cultural integrante del PCC) es una unidad de medida, que además hace referencia a algo abúndate, opíparo, exuberante. Un Yipao es por definición un Jeep lleno de algo: gente,productos agrícolas, expresiones de artes y oficios, café, un trasteo completo, etc. Sin embargo, los organizadores de la casa Colombia en Suiza presentaron, bajo esa denominación, un vehículo posguerra al que le colgaron,  como bien dijo Néstor Morales, ”un sombrero volteado, una guitarra vieja y un par de maletas inservibles”.

 

A Néstor el comité de aplausos presidencial lo tildó de irrespetuoso,por ejemplo, el Representante a la Cámara Santiago Osorio dijo: “Yo sí le exijo RESPETO a los periodistas que les parece que los símbolos del Eje Cafetero son “tercer mundistas…”.

 

Respeto les debemos exigir los habitantes del PCC a la presidencia y de ahí para abajo a quien se le ocurrió que eso que pusieron a rodar en Davos y dejaron mal parqueado sobre el andén (eso sí que deja ver nuestra cultura)es un Yipao. 

 

Lo que exhibieron en Davos no es un Yipao, ni por sus características estético-culturales, ni por su expresión en la relación hombre-máquina. Tiene razón Néstor, un turista no querría venía a ver un carro viejo mal decorado, lo que quieren ver es la manifestación material: el Willis como herramienta de trabajo, como evolución de la arriería y la manifestación inmaterial, el desfile como representación simbólica de las tareas que se realizan entre los habitantes del territorio y la herramienta y que con el pasar del tiempo se constituyen en elementos identitarios. En todo caso, el Yipao (desfile) es porque el Willis es, en una relación ontológica que no se puede disociar. 

 

Por esta razón no se puede hablar de Yipao cuando desde el montaje se aprecia que no existe rigor cultural. 

 

La armada de un Yipao ha sido documentada por investigadores y fundaciones como Territorio Qindío, quienes en una propuesta de plan espacial de salvaguardia indican: “El montaje responde a unas reglas precisas que se aplican desde el inicio para asegurar la estabilidad de toda la carga… Los elementos utilizados en el montaje del coroteo o trasteo se inscriben en la iconografía de objetos pertenecientes a la cultura campesina de la región…” Según ese documento, un Yipao de trasteo tiene 134 elementos y el montaje dura alrededor de 8 horas. La presidencia pagó 144 millones por la “decoración de un campero como los tradicionales del eje cafetero” el carro tenía, a la vista, menos de 10 elementos: una guitarra, un televisor viejo, un radio viejo, dos ponchos, un par de costales de café vacíos y otro par a medio llenar y dos sombreros vueltiaos —el chiste se cuenta solo—.

 

Fue una muestra paupérrima que evidencia la falta de rigor cultural en su elaboración, una afrenta al concepto y la tradición. Parece una venganza de Petro con una tierra que no lo votó.

 

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Espacio liminal Nro 5


 

El medio y la farsa

 Si no han estado metidos bajo las piedras en los últimos días, tendrán presente el más reciente acto de engaño al que nos han sometido a los colombianos. —no, no me refiero al cambio; que también—. Me refiero a la noticia de “la colombiana” que, según ella, realizó ilustraciones para la premiada película de Hayao Miyazaki, El niño y la Garza.

 

El que la diseñadora gráfica se haya, literalmente, empeliculado, corresponderá a sus propios padecimientos, el que se haya regado la ‘noticia’ atañe a los medios convencionales y digitales.

 

Además del hecho anecdótico y del despliegue de memes que deja este insuceso, queda el cuestionamiento respecto a los difusores de la información. Los medios de comunicación  pertenecemos a las industrias culturales y creativas, campo amplio del que también forman  parte expresiones como el cine, las artes gráficas, plásticas y audiovisuales. Luego un comunicador debería estar en condiciones de reconocer, en una primera charla —y ni se diga de indagar y corroborar con otras fuentes— si una persona que está hablando de nuestra área disciplinar está siendo técnica o está ‘cañando’.

 

Cuando aún estaba en los gloriosos, Geraldine Fernández dejaba entender en sus expresiones que no domina el tema del que hablaba. Sus conceptos se referían más al campo de la ilustración gráfica que a los de la animación cinematográfica: “yo me dedicaba mucho en la parte de la ilustración y en varias escenas como en los fotogramas”. Una revoltura de conceptos que pasa del dibujo, a la narrativa y de esta al proceso productivo. En una entrevista con el youtuber español Caith Sith afirmó que los fotogramas no cabían  en su cuarto y que para hacerlos llegar al estudio “se mandaba en unas cajas por encomienda hacia Japón y ellos lo metían en una máquina donde ya unían todos los fotogramas”. —Cero técnica su explicación—.

 

Cuando se refería a su trabajo no logró precisar la cantidad de fotogramas que “ilustró” —aunque debió  decir dibujó o animó—, a pesar de que en la mayoría de los casos habla de 25 mil, en otros aumenta la cifra: “Después de ilustrar más de 50 mil, 20 mil, 2 millones de fotogramas, la mano te queda así” —¿¡Quéee!? Algo va de 20 mil a 2 millones—.

El asunto es que cada estudio tiene su propio flujo de trabajo, pero lo usual en las grandes producciones es que un solo artista no dibuja completo un fotograma, sino que hay artistas que hacen, por ejemplo, los fondos, otros, los personajes y así. La falta de precisión técnica de Geraldine la delató desde el principio. Ni hablar de cuando le preguntaron cuanto le pagaban, y no pudo esclarecer si la cifra que recibía era por mes o por escena. Aun así, los medios hicieron eco de la fantasía. 

 

Algunos medios convencionales han reconocido la ligereza y se han disculpado, El Tiempo fue el primero y Erika Fontalvo, directora del Heraldo de Barranquilla hizo lo propio en un video, sin embargo, allí indicó: “su argumentación (la de Geraldine) fue tan estructurada que nos resultó convincente… ciertamente pudimos hacer mucha más”. Con seguridad se pudo hacer mucho más, pero desde el principio Fernández dejó ver que no sabía de qué hablaba. 

 

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