Están tirando globos, escondidos como micos en las grandes y complejas leyes que gestionan de espaldas al pueblo, —pero en su nombre—. Los lanzan y esperan las reacciones. Así, nos miden el aceite.
Una de las características más representativas de las dictaduras, o de las falsas democracias, mejor dicho, de los gobiernos autoritarios, es la represión a la prensa, el control sobre lo que se informa, la imposición de mensajes y la posterior creación de medios de bolsillo.
La DW tituló en 2021: “El oscuro panorama para la libertad de prensa en Latinoamerica” en el texto cita a Natalie Southwick, Coordinadora del Programa para América Latina y el Caribe del Comité para la Protección de los Periodistas, quien afirma: "Hay muchas razones para preocuparse por la libertad de prensa en la región: las nuevas olas de represión en Nicaragua y Cuba, la retórica antiprensa de líderes como Bolsonaro y Bukele, periodistas asesinados en México y Haití o abusos policiales contra la prensa en países como Colombia y Chile". En apenas 3 meses del gobierno Petro ya se dejan ver las intenciones de control a los contenidos y la intervención en los asuntos de los medios masivos.
El tema del control previo, propuesto por el Ministerio de Justicia, no es un caso aislado y mucho menos una ligereza de un viceministro. Hace apenas un mes se conoció la existencia de un proyecto de ley, del senador del Pacto histórico, Robert Daza, apoyado por la ex Farc Sandra Ramírez, que pretende “democratizar los medios”.
En el texto se propone la regulación de los medios de comunicación en Colombia, incluyendo temas como la pauta y el acceso al espectro, con absurdos antitécnicos respecto a la redistribución espacio radioeléctrico de manera equitativa y no considerando las necesidades reales de un bien finito del Estado. Además, propone crear burocracia con un “Consejo Nacional de la Política Pública de Comunicación Comunitaria, Alternativa y Popular”. Por otro lado, el fortalecimiento de los medios comunitarios, cosa que no está mal, siempre y cuando se haga la vigilancia respecto al deber ser de estos y no sean usados con fines políticos. Además de validar el verdadero uso comunitario y no, como infortunadamente pasa, el uso particular-comercial.
Uno de los más controvertidos puntos del proyecto en mención tiene que ver la creación de espacios semanales de televisión y radio para todas las organizaciones y movimientos sociales en franjas triple AAA. Es decir, la de mayor audiencia. Si esta propuesta llegara a hacerse realidad, los medios privados, que pagan por el usufructo del espectro radioeléctrico, tendrían que poner sus espacios de mayor audiencia y por ende de mayor pauta al servicio de estas asociaciones, seguramente, en detrimento de la calidad de producción y la subsecuente pérdida de rating. Si se abre esa puerta, con certeza, será menos el tiempo al aire de programas, en prime time, pensando en la audiencia; en cambio, habrá muchos ‘ladrillos’ de los movimientos que saldrían por doquier a reclamar su espacio. Verbigracia los noticieros del Senado y la Cámara, que no contentos con tener un canal exigen espacios en los únicos dos canales privados.
El proyecto mencionado suena parecido a la propuesta del Ministerio de Justicia, de modificar el Código Penitencial y Carcelario, donde pretendían meter un mico para que los medios crearan mensajes de “concientización ciudadana sobre la política criminal” que además debían pasar por control previo. Cosa que no es posible gracias a nuestra Constitución Política. Si en cada ley le meten la mano a los contenidos mediáticos, no habría parrilla que alcance para saciar el protagonismo y las ideas de quienes quieren obtener réditos con el trabajo y los espacios de los demás.
Nos están midiendo el aceite para ver qué decimos en cosas pequeñas, porque muchas de estas iniciativas caben dentro de leyes existentes, por ejemplo, los mensajes cívicos y los espacios institucionales, que perfectamente son los mensajes que propone el MinJusticia, están regulados por la Ley 182 del 95 y los artículos 5 y 9 del Acuerdo de la CNTV 02 de 2011 en cabeza, hoy, de la CRC.
Nos vemos en la red (0), hasta que nos dejen.