Descargue Carmesí

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Carmesí es un libro ilustrado de Microcuentos, disponible bajo licencia Creative Commons 4.0 (CC,BY) escrito por Jorge Urrea. Siéntase libre de Descargarlo y compartirlo

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domingo, 21 de junio de 2020

Del retrato de la miseria y otras genialidades

El domingo pasado hubiera cumplido 71 años Luis Ospina (1949 – 2019) yo no me atrevería de decir, como muchos lo hacen, “el último rebelde de caliwood” de ese grupo sobrevive justamente quien se inventó el término caliwood. Uno de sus cómplices y amigos, el maravilloso dramaturgo y director, que conserva la esencia, la memoria y la irreverencia de aquel irrepetible puñado de creadores de la imagen. Me refiero a Sandro Romero Rey, a él, le dedicaremos una futura columna, pero hoy es tiempo de recordar a Luis Ospina.




 

Ospina fue uno de esos cineastas que no llegó al séptimo arte por coincidencia, como evolución de la publicidad o que se hizo en el campo. Desde muy joven comenzó a narrar con la imagen, a los 15 años realizó un corto llamado Vía Cerrada y al terminar su colegio se fue a estudiar cine en la Universidad de California (UCLA), sí, en la meca del cine. 

 

En los ires y venires, clásicos de los estudiantes en tiempos de descanso, trajo cortos que siendo trabajos universitarios lograron espacios en la escena cinematográfica colombiana, por ejemplo: Acto de fe (1970). 

 

El arte era incipiente, eran pocos los directores y muchas menos las oportunidades técnicas de acceder a una cámara de cine.   —Hoy es otro cuento, no hay merito en capturar la imagen sino en hacerla historia‑. Su ‘pana’ de creación, Carlos Mayolo, escribió en sus memorias “el lenguaje y los temas son hijos del desarrollo de la técnica” Ospina y Mayolo en los setenta no se detuvieron en, ni, por la técnica; se dedicaron a explorar lenguajes, a crear proyectos transmediales sin ni siquiera existir el concepto: con Andrés Caicedo crearon un cine club que expandía los análisis de las películas que proyectaban a la revista Ojo al Cine y, como en el caso de Agarrando Pueblo (1978), convirtieron artículos críticos de las temáticas del cine nacional en obras cinematográficas.

 

En 2008 Luis Ospina concedió una entrevista a la revista digital chilena La Fuga donde explicó el origen del termino pornomiseria y deja clara la manera como se produciría la expansión narrativa “Bueno, lo de la porno-miseria no tiene nada que ver con Andrés Caicedo, realmente surgió a raíz de Agarrando pueblo, que fue una película que se filmó en 1977, en una época en que en Colombia proliferaban cortos de exhibición obligatoria. Esto dio pie a que mucha gente se especializara en filmar pobres en las calles, resultando películas bastante baratas y malas. También en el cine latinoamericano estaba de moda el cine social, donde mucha gente se aprovechaba de nuestras miserias y penurias haciendo películas para el paladar y los festivales y la mala conciencia europea. Nosotros, que veníamos de la crítica de cine escrita decidimos hacer la crítica de cine “en cine”, y de ahí viene Agarrando pueblo

Yo creo que ahí se comenzó a ventilar este término de la porno-miseria, hasta el punto que ya no sé si nos lo inventamos con Carlos Mayolo o no”

Agarrando Pueblo hizo un retrato de la miseria, de la miseria de los directores que explotaron el mal ajeno.

 

Pura Sangre (1982), Soplo de vida (1999), Agarrando pueblo (1977), Ojo y vista: peligra la vida del artista (1988), Cámara Ardiente (1991), Soplo de Vida(1999)Un tigre de papel (2007) Todo comenzó por el fin (2015) entre otras más de 30 creaciones, dan cuenta de la prolífica obra de Luis Ospina y sirven de inspiración y aliento para quienes nos apasiona la imagen en movimiento.

Concejo rima con

Concejo se escribe con c de comunicación, pero al parecer en el caso de la corporación de los armenios, consejo se escribe con s de silencio y solapado.


Expuesto el hecho de haber aprobado un orangután del tamaño de King Kong, no se ha visto mayor esfuerzo por parte de los concejales para comunicar claramente a la opinión pública la decisión que tomaron. Ante semejante revelación ventilada por algunos medios de comunicación, que compromete la estabilidad de la alcaldía y, por ende, de Armenia, se configura una situación de crisis que han debido conjurar con claridad inmediata las partes: el concejo —por aprobar— , el alcalde —por meter el mico— y el gobernador —porque el alcalde encargado lo representa y los artículos se le endilgan como un mandado—.

En comunicación de crisis hay varios aspectos que considerar: la verdad, la claridad, la coherencia, la velocidad y los canales de comunicación. Al momento de finalizar esta columna se conocen las publicaciones de la prensa —no tantas como deberían—, una lacónica entrada web en la página del concejo y un par de infortunadas declaraciones de concejales.

Faltan muchas cosas, pero, sobre todo, falta comunicación. La página de internet del concejo la encabeza un titular que no dice nada: “Plan de Desarrollo 2020-2023” seguido de un lead solapado “En un hecho histórico y sin precedentes hoy 15 de junio el concejo municipal de Armenia ha revocado los artículos 35 y 36 que habían sido aprobados en el plan de desarrollo el día viernes 12 de junio”. ¿Qué es lo histórico?, ¿qué corrijan un error?, ¿qué pretendan hacer ver el reversazo como un acto heroico? o ¿que reconozcan o nos quieran hacer creer los concejales que no leen lo que aprueban?

No es nuevo que algunos de los honorables, esos que se hacen elegir dizque en representación de los ciudadanos, no hagan su trabajo con atención. Memorable es el caso de Simón Gaviria y la firma de la conciliación a la reforma a la justicia en 2012. En su momento W Radio reseñó: “El representante reconoció que leyó la conciliación ‘por encima’ antes de firmarla. ¿En qué nos equivocamos? En el afán del día de no revisar artículo por artículo”. Ya verán la coincidencia.

El martes, este diario publicó las siguientes declaraciones de concejales: “Personalmente yo no conocía el contenido de los dos artículos… vine a conocer en el momento en que se le dio lectura y por la ligereza de ese momento…”, otro manifestó, “yo hasta ni puse cuidado, soy sincero”. Tratar de camuflar este error como un descuido no debería pasar inadvertido para los ciudadanos y sí tener mayor resonancia en medios de comunicación. 

Si aprobaron con conciencia, los concejales no representan los intereses de los armenios, si lo hicieron por descuidados, no están preparados para asumir la responsabilidad que los enviste. Pero no deben ser solo ellos quienes respondan, alcalde y gobernador no pueden pasar de agache y seguir en silencio con s de consejo, que rima con conejo.

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