Mirar hacia atrás y examinar las raíces, la identidad, la cultura en su sentido amplio. Mirar hacia atrás y saber qué se debe preservar para las generaciones venideras. Mirar hacia atrás y reconocernos. Mirar hacia atrás en presente. De eso se trata el patrimonio cultural.
El próximo domingo se celebra el Día del Patrimonio Cultural en nuestro país, una fecha que invita a mirar hacia atrás en varios niveles: muy a lo lejos para valorar el legado y en corto para identificar cómo lo estamos haciendo.
El arte, las tradiciones, la arquitectura, entre otros; son sujetos de ponderación patrimonial y adquieren esa dimensión cuando los ciudadanos los apropiamos y reconocemos. Por eso el día del patrimonio no es cuestión de unos cuantos expertos reunidos en conferencia o de eventos organizados por la administración pública —que escasean—.
El próximo domingo se vale que, en familia, a lo mejor compartiendo una mazamorra —de maíz patrimonial— o un café —del Paisaje Cultural Cafetero— se narren cuentos de la tradición oral. De esos que contaban los abuelos de brujas, duendes y espantos, se le explique a los más pequeños lo que ha significado el Willys y, con él, el yipao para nuestra cultura y desarrollo agrícola, y escuchemos algo de música andina colombiana para exaltar el sonido del tiple. Instrumento nacional que suena como un coro de ángeles y representa plenamente nuestra identidad regional.
Pero nuestro patrimonio es más que los ejemplos anteriores. Infortunadamente se encuentra en riesgo por desconocimiento, falta de conciencia, negligencia o falta de voluntad.
Para la muestra… Enredados están los procesos de las estaciones del ferrocarril de Salento, Quimbaya y Armenia. Inversiones millonarias en estudios que no trascienden a las obras de restauración por falta de más recursos y en cambio se complican legalmente convirtiéndose en una ‘papa caliente’ que pasa de mano en mano porque ninguno se quiere quemar.
Cada año, por ley —excepto este—, se destinan recursos provenientes del Iva que paga la telefonía móvil a apoyar proyectos de patrimonio que son presentados por lo municipios y, en algunas oportunidades, ‘gestionados’ por organizaciones que solo buscan negocio con la realización de exposiciones de pendones de lona con fotografías de baja resolución y algunas piezas arqueológicas. Cuando no es la elaboración de listas representativas que carecen de rigor metodológico y que terminan archivadas, o peor, perdidas en computadores particulares. Sobre esto el consejo departamental de patrimonio ha tomado medidas, pero muchos alcaldes, sin saber bien de qué se trata, insisten en proyectos sin sentido.
Zapping: El lunes se conocieron los resultados de la convocatoria para la conformación de los consejos de áreas artísticas del departamento. Muchas quejas rondaron el proceso por las dificultades para participar como representantes y electores, lo que se vio reflejado en pobres votaciones. La gran mayoría fueron elegidos con un voto —el de ellos mismos—. ¿Son representativos esos resultados?
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