La provocación es ese antojo que nos mueve a buscar más, es la chispa que enciende una nueva empresa, desde Freud se trataría de la versión externa de la pulsión, esa fuerza que impulsa al sujeto a llevar a cabo una acción con el fin de satisfacer una tensión.
La semana pasada en una inspiradora clase con el doctor Miguel Ángel Caro recibimos la “provocación” de definir a los profesores según sus características. El texto base es un recomendado ensayo del profesor Fernando Vásquez Rodríguez titulado: Avatares, Analogías en búsqueda de la compresión de ser maestro, publicado en 1999 en la revista Signo y Pensamiento.
En el ensayo Vásquez hace una reflexión de la educación como acto comunicativo, como lo explica la propia revista: “Para tal fin, constituye once analogías, parte de la noción de “avatar”, definida como cada una de las diferentes encarnaciones de los dioses hindúes o como un aspecto nuevo de una cosa cambiante. El maestro es entendido como partero, sembrador, pastor, artesano, brújula, anfitrión, ladrón del fuego, puente, guardián de la tradición y oráculo”. Un documento perfectamente escrito con pequeños bloques que hacen honor a la palabra provocador porque dejan la sensación de querer leer más sin estar insatisfechos.
A partir del mencionado texto y provocado por el profesor Miguel Ángel, me parece pertinente enfatizar en la idea de que somos todos distintos, no solo en nuestras disciplinas, sino en nuestras pulsiones; es por esta razón que resulta complejo establecer características que agrupen la verdadera sustancia que nos mueve como maestros, cada cual tiene sus encuadres, desde la perspectiva de Goffman.
La propuesta del profesor Fernando Vásquez es ciertamente muy valiosa y compila la mayoría de los perfiles en los que podríamos encajar. Yo personalmente me identifico con los avatares del maestro como actor y del maestro como escalera. Ambas categorías aportan sus características a mi propio avatar del que ya he hablado en otras oportunidades —desconociendo el ensayo del profesor Vásquez—. El maestro como Indiana Jones.
Indiana Jones es un arqueólogo que va del aula al campo, un día está con sus estudiantes analizando la civilización Maya y al otro está en busca de la Calavera de Cristal en Perú.
Esta analogía nos habla del maestro que lleva lo mejor del campo al aula y aplica la teoría, documentada académicamente, en sus trabajos de campo; del que enseña con principio de realidad a sus alumnos, del que presenta experiencias personales documentadas sin el ánimo de presumir, sino de acercar la realidad con la que se enfrentarán los estudiantes cuando salgan a la vida laboral.
En esta analogía el maestro es una escalera porque conecta el punto-teoría con el punto-práctica y es un maestro faro porque muestra los caminos que él ya caminó. Finalmente, es un maestro actor, que pone en escena, con toda la parafernalia, una clase en la que la virtud deberá ser aprender sin sufrimiento, casi sin darse cuenta, disfrutando el descubrir de una manera relajada. Entonces el maestro como Indiana Jones resulta ser la personificación de una trinidad con muchas características y un solo fin verdadero: compartir conocimiento.
Pero como en el ensayo de Fernando Vásquez, hay riesgos que reconocer. El maestro ‘Indy’ puede llegar a ser temáticamente tozudo, centrado en su campo de acción e incluso frío.
Nos vemos en la red (0)
No hay comentarios:
Publicar un comentario