Descargue Carmesí

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domingo, 5 de febrero de 2023

Estado de opinión

 El concepto de Estado de opinión comenzó a circular por los medios colombianos en el segundo mandato del presidente Uribe, quién, para ese entonces en busca de la segunda reelección, argumentaba que “En el Estado contemporáneo de Derecho el nivel de participación de la ciudadanía es un elemento sobresaliente… Ese nivel de participación de la ciudadanía es lo que he invitado a los colombianos a que practiquemos, a lo que me he referido con el nombre de Estado de Opinión.” Uribe pretendía respaldar su aspiración de continuar en el poder con el masivo —aunque deteriorado— apoyo ciudadano, y desvirtuar la institucionalidad de la Corte conformada por 9 Magistrados, bajo el argumento de que estos no son elegidos popularmente, luego, no podrían contrariar la voluntad del pueblo. 

 

Los detractores de Uribe, en ese momento, consideraban que se confundía el Estado de opinión con el Estado de opresión, por ejemplo, el profesor Guillermo Hoyos dedicó la lección inaugural de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Javeriana en 2010 a este tema, y además de calificar de peregrino el concepto, dijo: “sólo el Estado de derecho, como clave del republicanismo, es la fase superior de la democracia. No al revés, como lo pretende la seguridad democrática.” Curiosamente, en este momento, sus reclamos son perfectamente endosables a los llamados de Petro a sus seguidores, para que,--siendo gobierno— salgan a manifestarse en las calles.

 

En un tuit del 22 de enero el  presidente dijo: “Las reformas que se presentarán al Congreso en febrero buscan cambiar el país, generar justicia social y son el acumulado de las luchas sociales de Colombia. No dudo que tendrán opositores en quienes no quieren los cambios. La plaza pública también es un lugar de discusión.” Petro pide un cheque en blanco, saltándose las instituciones, en este caso el Congreso, llamando a una manifestación en apoyo de una reforma que el mismo pueblo no conoce, que se ha hecho a escondidas de los gremios o por lo menos de los que no son de bolsillo y, como si fuera poco, con maña politiquera quiere constreñir el sentir de una parte de la ciudadanía que no está conforme con lo que se proyecta para Colombia. Esto generando un irresponsable choque de masas, al llamar a la calle el mismo día que la oposición lo hizo. Igualito que en Venezuela, —¿No, que no?—. Para la muestra un botón, se cuentan por decenas en la red titulares como este del Espectador: “Enfrentamientos entre chavistas y opositores durante "Toma de Caracas".

No nos podemos dejar ganar la calle, es un grito de guerra, un mantra, que repiten los seguidores de Petro aferrados a sus institutos y fanatismo, esto es, que la legitimidad no está en la institución —hoy bajo su mando— sino que se basa en la emoción de la arenga y el respaldo de la masa que se mueve al unísono y que quienes hoy gobiernan pretenden mantener activa para las próximas elecciones territoriales de octubre. “Me gustaria que todas las enfermeras del país se reunieran al frente de hospitales y clínicas, en la plaza pública, este 14 de febrero a discutir como debería ser una reforma a la salud. Cual sería su principal deseo. Ese deseo lo plasmaría sin dudas en el proyecto de ley” trinó —así, sin tildes— ayer el presidente Petro. ¿Entonces, dónde queda el estado de derecho republicano que invocó Guillermo Hoyos?

 

En medio de una manifestación no se produce reflexión, no hay protocolos, ni moderadores, ni relatores; allí prima la emoción y la adrenalina. Esto es simplemente un pulso para identificar quién tiene más capacidad de movilización. ¿Será que la oposición entiende? o mantendrá la premisa de “yo no marcho, yo produzco”.

 

La imprudencia de Petro podría terminar en una confrontación de hecho, porque el sentir popular no es solo el de los votantes electores, sino el querer de todo un pueblo en capacidad de razonar la situación por la que atraviesa el país y el despeñadero al que nos llevan.

 

Nos vemos en la red (0)

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