“No estoy para que me digan, ni yo para decírselos...” Pero el próximo 12 de agosto se conmemora el nacimiento de Mario Moreno “Cantinflas”, ese genio del humor que con su traje remendado, bigotito peculiar y verbo inagotable, nos hizo reír para no llorar. Como él mismo lo decía, “el humor es cosa seria y la seriedad es una cosa que hay que tomar con humor”.
Cantinflas no solo fue el comediante más célebre del cine mexicano, sino también un agudo cronista de su tiempo. Con su humor logró desnudar las contradicciones de la política, el clasismo y la injusticia social. “Aquí no existe democracia, sino una dedocracia”, decía, y aunque han pasado décadas, esa frase podría repetirse en la actualidad con exactitud milimétrica -más, si revisamos las hojas de vida del los altos dignatarios elegidos por Petro para gobernarnos-.
Las películas de Cantinflas siguen teniendo vigencia porque el país -y su región amplia- que retrató siguen siendo, en muchos aspectos, los mismos. Por eso su legado es inagotable, como lo definió Vicente Quirarte: una comicidad permanente que aún hoy nos sirve de espejo. Y, aunque en apariencia no decía nada, en realidad lo decía todo. En sus frases ininteligibles estaba el retrato de un sistema político que hablaba mucho para no decir nada. Verbigracia esta perla de Petro: “Dado que entonces la economía de funciones continuas, demanda y oferta, cruzo las curvas de indiferencia por diversas cosas para consumir. Me pongo una tangente. Entonces yo sé que la fórmula de la tangente es el punto cero, donde la línea recta toca con la curva de indiferencia”. Tal como lo sentenció el Chato: “Charlar sin llegar a ningún punto. También puede resumirse en expresarse con frases, o palabras que carecen de sentido o fuera de orden”.
Mario Moreno fue un maestro en el arte de cantinflear para hacer pensar. Hoy, sin embargo, asistimos a su versión degradada: la politiquería cantinflesca. Solo que en lugar de ingenio hay desvarío, en vez de crítica hay confusión, y donde había humor, ahora hay alarma.
La realidad supera la ficción. Mientras Cantinflas actuaba para hacernos pensar, hoy muchos actúan sin pensar. Y lo que es peor: nos gobiernan con la lógica de lo ininteligible. Para traerlo a nuestro contexto un columnista escribió un recientemente: el estilo Petro no es académico ni didáctico, es un performance lleno de frases sueltas, ideas sin rigor y palabras que suenan importantes, pero que nadie entiende.
A un año de las próximas elecciones, solo queda esperar que el relevo no sea peor. Pero confieso que no tengo mucha fe pues como dijo Cantinflas "No sospecho de nadie, pero desconfío de todos."
¡Grande Mario Moreno!
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